Una está aprendiendo mientras
hace, mientras crea con otrxs. Improvisaciones, personajes, conflictos, textos,
canciones, coreografías, vestuario, escenografía. Lo comunitario de este teatro
es lo más maravilloso y lo más difícil. Hay que salir del archipiélago de islas
en el que vivimos toda la semana e instalarse en un territorio blando e
incierto en el que si no confiás en lxs otrxs te hundís o huís de regreso a tu
segura islita.
¿Para qué? ¿Cuál es el sentido de toda esta
acción? Será para divertirse un rato, para romper la rutina, para explorar los
propios límites, para desarrollar la creatividad. Es un poco de cada, todo
mezclado en la acción. Pero ¿para qué la acción? A mi me parece que para
emanciparnos. Subjetiva y colectivamente.
Entonces hay un texto “El
espectador emancipado” de Jacques Ranciere, el mismo que escribió “El maestro
ignorante”. Parte de la premisa que no hay ignorancia en sí, como no hay
sabiduría en sí.
¿Quiénes ignoran y quiénes saben?
Por ejemplo en la presentación de una obra de teatro.
En “El espectador emancipado” Ranciere propone:
El teatro es una forma comunitaria ejemplar. El teatro apareció como
una forma de la constitución estética- de la constitución sensible- de la
colectividad. Entendemos x ello a la comunidad como manera de ocupar un lugar y
un tiempo, como el cuerpo en acto opuesto al simple aparato de las leyes, un
conjunto de percepciones, de gestos u de actitudes que precede y preforma las
leyes e instituciones políticas.
El teatro se acusa a si mismo de volver pasivos a los espectadores y de
traicionar así su esencia de acción comunitaria. Se propone enseñar a los
espectadores los medios para cesar de ser espectadores y convertirse en agentes
de una práctica colectiva. El teatro como una mediación tendida hacia su propia
supresión.
El buen teatro es aquel que utiliza su realidad separada para suprimirla.
Emanciparnos es borrar las fronteras de la separación. Ej: entre padres e
hijos, entre maestros y alumnos, entre el patrón y el obrero, entre el artista
y el observador, entre los espectadores en la platea y los actores sobre un
escenario.
Reformular el problema (Ranciere)
:
La emancipación comienza cuando se vuelve a
cuestionar la oposición entre mirar y actuar, cuando se comprende que las
evidencias que estructuran de esa manera las relaciones del decir, del ver y
del hacer pertenecen ellas mismas a la estructura de la dominación y de la
sujeción. Comienza cuando se comprende que mirar es también una acción que
confirma o transforma esta distribución de las posiciones. El espectador
también actúa: observa, selecciona, compara, interpreta. Liga lo que ve a
muchas otras cosas que ha visto. Compone su propio poema con los elementos del
poema que tiene delante.
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